Apenas hace unos días, siete hombres tundieron a golpes a dos jóvenes en una taquería de Tepic, Nayarit. El video del episodio de violencia circuló profusamente en redes sociales. El mes pasado, en Poncitlán, Jalisco, circuló en Instagram una cápsula donde tres jovencitas agreden a otra en una cancha de frontón. Las autoridades abrieron una carpeta de investigación y el caso sigue su curso.
El caso de Azahara “N” tuvo un final aún más lamentable y acaparó la atención de los principales canales de televisión del país. La chica que actualmente se encuentra en prisión mató a golpes a una compañera de secundaria, en Teotihuacán, al noroeste de la Ciudad de México.
El aumento en la cantidad de casos de violencia callejera han quedado registrados en redes sociales y en los medios de comunicación, pero muchas otras agresiones permanecen fuera del radar público. Luis Manuel caminaba despreocupado por las calles de Huixquilucan, Estado de México, cuando por el simple hecho de tener un trastorno en la piel llamado vitíligo, siete sujetos le propinaron una golpiza.
Este tipo de violencia no necesariamente tiene que ver con la que ejercen los grupos criminales, pero sí la sufren cotidianamente mexicanas y mexicanos de a pie. Las agresiones callejeras se han incrementado en dos de cada tres entidades federativas en el presente año.
Las distintas formas en que se han desarrollado las lesiones en nuestro país revelan que de los 150 mil casos reportados hasta agosto, el 5 por ciento se cometieron con objetos punzocortantes, el 3.7 por ciento con armas de fuego y la gran mayoría, 64.3 por ciento, se cometieron otro tipo de elemento, que por lo general representan riñas a golpes u objetos destinados para lastimar.
La violencia vial que padecen peatones y ciclistas también entra en este espectro de ataques cotidianos, los cuales representan 17.2 por ciento del total de casos, mientras que el resto pertenecen a accidentes o agresiones que son catalogados como “no especificados”.
La entidad con el mayor incremento porcentual de lesiones dolosas y culposas es Nayarit, donde los delitos de este tipo se duplicaron en comparación con lo registrado en 2022.
Las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) señalan que entre enero y agosto se reportaron 706 denuncias por lesiones en dicha entidad, una cifra muy superior a los 349 casos que se suscitaron en el mismo lapso de 2022 y que representa un incremento de más de 102 por ciento.
La radicalización de la violencia callejera en Nayarit dista mucho de lo que se observa en el resto del país, pues a escala nacional se ha observado una subida de apenas 4.2 por ciento en las denuncias por lesiones con armas de fuego u objetos punzocortantes en lo que va del año.
La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Inegi de octubre de 2022, ya daba cuenta de que un tercio de la población de la capital Tepic –donde vive la mitad de la población del estado– se siente insegura, sobre todo al ir a cajeros automáticos (46 por ciento) o al viajar en transporte público (26 por ciento).
Un tercio de la gente tepiqueña presenció o escuchó un robo o asalto fuera de su vivienda, algún evento de vandalismo, mientras que la mitad de los encuestados presenció o escuchó actos de alto consumo de alcohol en vía pública, y 30 por ciento de consumo o venta de drogas en la calle.
La inseguridad pública en Nayarit obligó al 34.3 por ciento de los consultados a cambiar sus hábitos al salir a la calle, por ejemplo, portar cosas de valor consigo, a caminar por las noches y evitar que los menores de edad salgan de sus hogares.
De acuerdo con el estudio Violencia social en México: su impacto en la seguridad ciudadana, realizado por la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM y publicado por el Centro de Intercambios de Políticas Internacionales de la Universidad de Maryland, las agresiones callejeras están “íntimamente ligadas” a la vulnerabilidad de la población.
“La violencia acaba con la vida comunitaria y cuando esto sucede, se propicia la violencia (…) Al deteriorarse la vida comunitaria por el clima de inseguridad que provoca miedo, aislamiento y que desanima a participar en la vida común, se debilita el tejido social que brinda seguridad a los miembros de la comunidad”, señala la investigación de la doctora Aída Imelda Valero.
Para evitar un desgaste social generalizado, la llamada Cuarta Transformación propuso en la Estrategia Nacional de Seguridad Pública impulsar una regeneración ética “que convoque permanentemente a toda la sociedad para retomar principios gregarios y remontar el grave deterioro del tejido social”.
Sin embargo, tras cinco años de gobierno los ciudadanos de diferentes partes del país siguen sufriendo los estragos de la violencia cotidiana que los afecta en su vida diaria.
En Chiapas, un estado donde la violencia callejera no era un tema que suscitara alarma y donde el crimen organizado manejaba hasta hace poco un perfil bajo, las lesiones dolosas o culposas se dispararon 59.4 por ciento en este 2023. Número que representa el mayor incremento porcentual de un año a otro para la entidad fronteriza con Guatemala.
Durante los primeros ocho meses del año se han cometido mil 490 delitos de violencia cotidiana en la entidad, de los cuales el 5 por ciento se ha perpetrado en contra de personas migrantes en situación irregular, de acuerdo con reportes de la Unidad de Políticas Migratorias de la Secretaría de Gobernación.
En Zacatecas, un estado asediado por el enfrentamiento de bandas criminales organizadas, también presentó un aumento considerable de 30.2 por ciento en las lesiones por arma de fuego u objetos punzocortantes. El contexto tiene que ver la mayor presencia de cárteles en la zona registrada, sobre todo, a principios de 2022.
Otros estados en los que el aumento de la violencia callejera se ubica entre los 10 y 20 puntos porcentuales son Querétaro, Jalisco, Campeche, Quintana Roo, Nuevo León, Tamaulipas y Baja California Sur.
De acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la violencia callejera puede incrementarse en zonas donde se percibe una crisis de autoridad, falta de legitimidad del gobierno o las instituciones públicas y en casos severos, por presencia de movimientos radicales.
Sin embargo,la Encuesta Tendencias de Honestidad en Latinoamérica, realizada en 2019, señala que 32 por ciento de los mexicanos justifica la violencia en su vida diaria, y nuestro país lidera en esta categoría; además, el sondeo deja ver que los mexicanos están generalmente en “una especie de psicosis general” que nos obliga adaptarnos a los entornos violentos.
En contraparte, las zonas del país que muestran una importante disminución de las lesiones dolosas y culposas son Tlaxcala, Yucatán y Durango, con caídas de 23.4, 20.1 y 14.5 por ciento, respectivamente. Estas suelen ser entidades que muestran en general bajos niveles de delitos en comparación con el promedio nacional.
Publicado por:NOTICIAS DE YUCATÁN
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