Nuevo León.- De joven, Dulce María García dejó trabajo, bienes y aspiraciones profesionales al creer que había encontrado al hombre con el que iba a formar una familia, pero poco después se vio como una mujer víctima de maltrato a manos de su pareja.
A los 23 años, Dulce estaba sola, con los sueños rotos y creía que no tenía sentido vivir.
Recuerda que de niña siempre le gustó practicar deportes, pero nunca pensó que las disciplinas de contacto, como la lucha libre, el box y las artes marciales mixtas le cambiarían la vida y en ellos encontraría la catarsis ideal para superar la violencia que padeció.
En la actualidad, Dulce practica esas tres disciplinas. Desde hace 13 años incursionó en la lucha libre profesional y es conocida como Sexy Dulce —antes Sexy Star—. Con este deporte se ha presentado en arenas deportivas de Estados Unidos, Japón, Inglaterra y varios países de Sudamérica.
Sumado a esto, hace cuatro años incursionó en el box, donde tiene un récord de seis peleas invicta y recientemente ingresó al mundo de las artes marciales mixtas (MMA, por sus siglas en inglés).
“Algunas personas pueden escuchar mi historia y dirán ‘¿por un hombre hiciste todo esto?, ¡te la bañaste!’, pero todos tenemos diferente rango de dolor”, considera la atleta.
Dulce, egresada de Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), propone la creación de centros o refugios para que mujeres que pasan por una situación de violencia tengan la confianza de acudir y no sientan miedo, pero sobre todo que denuncien los casos de maltrato o violencia.
Según la Encuesta Nacional del Inegi sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016, el principal espacio de violencia contra ellas es la relación de pareja y familiar, siendo el esposo, la pareja o el novio, el principal agresor.
Impulso
“Yo no sabía de qué forma iba a ser mi vida si me alejaba de mi pareja, porque con sus palabras y su maltrato me hizo sentir la peor mujer, que sin él no era nadie. Yo no sabía qué hacía en esta vida, pensé que tal vez lo mejor era desaparecer”, recuerda Dulce, sin evitar soltar lágrimas.
“Cuando decidí tener una relación con esa persona dejé todo: me quedé sin trabajo, le dije a mi mamá que se deshiciera de todas mis cosas porque yo quería hacer una vida con él desde cero. Imagínate, cuando terminé esa relación, que pensaba era para siempre, y no tenía absolutamente nada”, relata.
Después llegó una serie de coincidencias que, dice, le dieron rumbo a su vida. Recuerda que veía la película Nunca más, la cual trata sobre una historia de maltrato y se sintió identificada con el personaje. En un corte comercial salió un anuncio sobre cursos de defensa personal y le llamó la atención.
Con el apoyo de sus padres, Dulce inició con clases de boxeo y muay thai (deporte de contacto extremo conocido también como boxeo tailandés).
Por esos días, relata, un amigo la invitó a una función de lucha libre, donde las escaramuzas entre técnicos y rudos, los lances espectaculares, el llaveo y la conexión que todo esto genera con el público hizo que la joven desahogara su rabia con los atletas del cuadrilátero.
“Me la van a pagar todos, malditos. Voy a subir y les daré su merecido a cada uno”, espetaba desde el graderío, lo cual llamó la atención de Jesús Arreola, el administrador del recinto deportivo, quien se acercó y le preguntó si era verdad lo que decía.
“Yo, como estaba muy susceptible, me sentí agredida; pensé ‘éste también está desconfiando de mi, le voy a demostrar’, volteé y le dije: ‘es verdad lo que te estoy diciendo’”. Arreola le dio una cita y, sin mucha preparación, cuatro semanas después debutó en una lucha fuera de programa.
“Fue un momento sumamente mágico; cuando salí había música, me puse a bailar, se subieron muchos niños y en ese momento pensé: ¿en verdad yo puedo generar esto en personas que ni siquiera me conocen?, ¿y cómo es posible que una persona que me conoce me haya tratado mal?
“En medio del ring, respiré profundo, cerré los ojos y dije: ‘Aquí muero y vuelvo a nacer’, y así fue como me inicié en la lucha libre a los 24 años de edad, ya grande para este deporte”. Así nació Sexy Star, a quien transformó posteriormente en Sexy Dulce.
Cinco meses después se presentó en la Ciudad de México y de ahí despegó una carrera en la que ya lleva 13 años con diferentes campeonatos. Entre sus hazañas están tres campeonatos femeninos, tres veces campeona de Reina de Reinas AAA, una vez campeona mundial de parejas mixtas de AAA, y en 2016 obtuvo el Aztec Warfare III.
“En la lucha libre encontré la forma de defenderme, de cómo mi cuerpo podía reaccionar; me daba la seguridad de que en determinado momento en algún forcejeo o intento de agresión podía defenderme, salir, correr o pedir ayuda y a la vez estaba alimentando mi autoestima al ver que gente que no me conocía quería estar cerca de mí”, describe Sexy Dulce.
La deportista rehizo su vida sentimental. Se casó con el boxeador Jhonny González —campeón mundial de peso gallo y peso pluma—, quien además es su entrenador de box.
En este deporte, detalla que debutó a los 33 años, después de ser madre de una niña, quien ahora ya tiene seis años y es parte de la inspiración que la motiva a hacer más cosas.
Rompe esquemas
“Me decían ‘¡estás loca!, ¡ya estás grande!, ¡eres mamá!, ¡estás mal!’, pero yo me dije, no estoy mal, lo voy a demostrar y lo hice; voy invicta con seis o siete peleas”, dice orgullosa.
No conforme con eso, hace casi un año Dulce ingresó al campo de las artes marciales mixtas.
“Recuerdo que me decían ‘¿pues qué te pasa?’, pero me siento bien. Aquí estoy (...) es una forma de demostrarme a mí misma hasta dónde soy capaz”, afirma.
Dulce sabe que al haber superado la mala experiencia de violencia tiene una gran responsabilidad, pues está consciente de que es un ejemplo para muchas mujeres. “Quiero seguir infundiendo el ‘sí se puede’”, señala.
“Hay una chava que es luchadora y le va muy bien. Dice que se acuerda que yo le di una máscara y por mí empezó en la lucha libre. A una niña que tenía cáncer yo le decía: ‘ten, te doy mis poderes mágicos’, y cuenta su mamá que cuando entraba a las quimioterapias sufría mucho, pero tomaba fuerza y valor al pronunciar: ‘Yo tengo poderes mágicos, aquí está la máscara de Sexy Star y viene conmigo’”.
Sin embargo, a pesar de sus logros deportivos, admite que sigue padeciendo discriminación por los deportes en los que participa, que están más enfocados en hombres.
“Queremos igualdad, porque los sueldos no se comparan. Por ejemplo, de los tres deportes en los que he estado si a mí me pagan un peso, a un hombre le pagan 10, y eso que estoy en el nivel de arriba, bien rankeada”.
El Universal
Publicado por:NOTICIAS DE YUCATÁN
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