El gobierno del presidente Peña prefiere no arriesgar su postura frente a EE.UU. y Palestina.

Ante la abstención de la delegación de México en la votación de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el estatus de Jerusalén, el embajador Juan José Gómez Camacho, representante permanente de México ante la ONU, explicó en una carta que la decisión tomada por el gobierno mexicano se debió a la distorsión que esta sufriendo la búsqueda de paz entre los pueblos de Palestina e Israel.

Históricamente México ha tenido una postura similar a la de Francia sobre resoluciones que implican a Palestina. Fue Andrés Roemer, bajo el cargo de embajador de buena voluntad ante la Unesco, cuando comenzó a desdibujarse la postura del gobierno mexicano.

LEJOS DEL ACUERDO, LA BASE

Haciendo un llamado a la calma y expresando la preocupación de estar lejos de lograr un acuerdo, México argumentó que no considera positivo y útil para el proceso de paz una declaración unilateral para reconocer a Jerusalén como capital de Israel, pero tampoco le pareció sensato la postura de Egipto, es decir, sostener una sesión de emergencia Unión Pro-paz de la Asamblea General para rechazar tal declaración, como la que se tuvo para Gómez Camacho, México continúa apoyando el diálogo como vía de resolución entre el conflicto palestino-israelí para mantener la paz entre sus fronteras e instó a que Estados Unidos sea parte de la solución.

Asimismo, confirmó que México mantendrá su embajada en la ciudad de Tel Aviv acatando la resolución 478 de 1980 del Consejo de Seguridad, así como las resoluciones pertinentes de la Asamblea General de la ONU, relativas al estatus de la ciudad de Jerusalén.

El hecho de que Trump haya amenazado a los países que votaran contra su decisión de considerar a Palestina capital de Israel, abre la duda sobre si México tomó nota de la advertencia del estadounidense.

Información de El Economista