Andrés Manuel López Obrador se dejaba querer,
sonreía y posaba para las fotos al llegar al Aeropuerto Internacional de la
Ciudad de México, proveniente de Colima. Abrazos, besos y afectos repartía con
quienes lo miraban incrédulos de encontrarlo y se le acercaban.
“¡Es el presidente!”, gritaban. Él a paso veloz seguía
departiendo, pero la sonrisa desapareció de su rostro cuando una joven mujer
con los ojos enrojecidos se le acercó y le dijo: presidente, mataron a mi
papá.
La velocidad al andar del presidente disminuyó. Abrazó a la
mujer, puso su mano izquierda sobre el hombro de ella quien conforme narraba
los hechos con una voz baja, comenzaba a sollozar.
López Obrador extendió aún más el brazo, la abrazaba con más
fuerza. En medio del tumulto de los que querían una foto con el mandatario, la
mujer le pedía ayuda.
“¿A dónde vas
ahorita?” le preguntó, “pues para allá”, le respondió la mujer, que partió esta
tarde rumbo a Acapulco, Guerrero, el lugar que ocupa el tercer lugar de 50
municipios donde más asesinatos dolosos se cometen en el país, de acuerdo al
Gobierno de México.
En pleno dolor de la joven, otras personas no paraban su
efusividad, querían una foto; el mandatario trataba de crear un espacio solo
con su interlocutora. El sollozo ya era llanto.
Se puso frente a ella, colocó las palmas de sus manos a la
altura de las sienes de la joven originaria de Tabasco. Le dio dos besos en
cada una de sus mejillas, “mañana veré el caso en la junta de seguridad”, le
prometió.
El tumulto los rodeaba, el presidente buscaba un poco de
privacidad. Hizo a un lado el cabello de la joven, se le acercó y le dijo cosas
al oído. Entre su llanto, la joven asentía con la cabeza y también buscaba la
privacidad, bajaba el volumen de su voz.
“Gracias” le dijo y se soltaron. Ella regresó al interior de
la Terminal 2; al presidente la multitud lo volvió a hacer suyo.
Click, click, se escuchaban los celulares, “¡arriba Obrador,
arriba!” gritaba una mujer. “Yo, yo, ¿me regala una foto, licenciado?”, le
preguntó un hombre.
Logró salir a la zona de descenso y ascenso en vehículos
después de más de cinco minutos de saludos, abrazos y el dolor de la joven
mujer. “Felicidades”, alcanzó a desearles el presidente a los que no dejaron de
insistir en estar cerca de él; después subió a su auto.
Al interior de la terminal Damaris era reconfortada por
sus familiares. Partió rumbo a Acapulco, por el cuerpo de su padre, un
médico exmilitar, de cuya muerte se enteró a través de redes sociales.
Fuente: Notimex
Publicado por:NOTICIAS DE YUCATÁN
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