Isabel ocupaba un puesto como becaria en la Universidad de Guanajuato (UG) y se mudó a la Ciudad de México por miedo tras denunciar el ataque sexual de un influyente maestro de la Facultad de Derecho, de la que es egresada y en la que aspiraba estudiar una maestría.
La joven abogada está por cumplir tres años entre fiscales, organismos de defensa a la mujer y de derechos humanos, y en los que también ha sido buscada por estudiantes que dicen ser víctimas de abusos sexuales de docentes en la UG.
En su caso, su ex maestro y coordinador del Doctorado Interinstitucional en Derecho de la UG, Julio César Kala, a quien denunció por la agresión, permanece en el puesto y dando cátedra. De acuerdo con Isabel, existe una estructura de poder y de pago de favores, sobre todo, en la Facultad de Derecho, donde los maestros son jueces y magistrados.
Por el caso de Isabel, la universidad creó Ugénero programa de incorporación de la perspectiva de género, con un protocolo para la atención en casos de violencia de género que, a decir de Isabel, sólo ha servido como pasarela de lealtades institucionales para contener las denuncias, puesto que no se ha visto nu una destitución y, por el contrario, un profesor fue cesado por reportar a otro que andaba con las alumnas.
La agresión. En agosto de 2015, Isabel viajó a Aguascalientes con Kala y dos catedráticos más al evento de clausura del doctorado interinstitucional en la Universidad Autónoma de Aguascalientes.
Esa tarde Kala le dijo que quería hablar con ella, lo cual le pareció normal, puesto que era un profesor al que le tenía respeto porque había sido su maestro en la carrera, además de ser el padre de su mejor amiga.
En el hotel Quinta Real, relata Isabel, su ex maestro le confesó que le gustaba. Todavía no entendí a qué se refería cuando me decía eso, entonces me dijo: ¡Dame un beso!. Me acuerdo que estábamos sentados en la terraza de mi habitación y lo que hice fue decirle que se tenía que ir y justo cuando me voy parando para acercarme a la puerta y abrirla, me empieza a jalar; lo empiezo a empujar; él me empieza a gritar: ¡No te voy a penetrar!; me empieza a patear y tiramos una mesa. En eso entra al baño y empieza a vomitar. Yo levanté el teléfono y le grité: Ahí viene la policía, y salió corriendo, incluso con los pantalones abajo, agarró sus cosas y se fue.
Isabel se dio cuenta que tenía moretones en piernas y brazos. En esas condiciones denunció y se separó de la Universidad de Guanajuato.
La Procuraduría de Derechos Humanos de Guanajuato (PDHEG) integró el expediente de queja 282/2015-A por la queja contra Julio César Kala. El expediente concluyó con siete recomendaciones que dieron pie para crear Ugenero, pero no hace referencia al denunciado. La Fiscalía General de Justicia de Aguascalientes archivó la Averiguación Previa 02251/02-16, que presentó Isabel por el cargo de atentados al pudor, por falta de elementos probatorios.
En tanto, en la Procuraduría de Justicia de Guanajuato tampoco se ejerció acción penal porque los hechos ocurrieron en Aguascalientes y la Comisión de Honor y Justicia de la UG resolvió exonerarlo con base en la determinación del Ministerio Público que no lo vinculó a proceso penal.
Personal de la UG la presionó para que retirara las denuncias y quejas, le ofrecieron cobrar un sueldo tras su salida de becaria, también enfrentó acusaciones que le decían que estaba ardida, que había sido su culpa, que seguramente yo lo había provocado.
Incluso, Julio César Kala le ofreció disculpas e intentó sobornarla con un cheque en blanco para que le pusiera la cifra que quisiera y cobrara, lo cual Isabel rechazó y conserva como prueba además de los mensajes del agresor.
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