El temor se arrincona en el quinto piso del Instituto Nacional de Cardiología. Ahí permanecen los pacientes graves de Covid-19 y por los que médicos y enfermeras arriesgan sus vidas.
A ese quinto piso le llaman “el Chernobyl” del hospital ubicado en la alcaldía Tlalpan de la Ciudad de México. Así han bautizado a la zona donde esperan recuperarse los pacientes de Covid-19 que han sido intubados.
El peligro ahí acecha a todos. Pacientes y trabajadores de la salud permanecen, tarde y noche, en riesgo de padecer o infectarse con el virus.
Una de ellas es Amelia, una enfermera que debe vencer al miedo cada vez que ingresa al quinto piso a atender a los enfermos graves.
Afuera, dice, se queda el temor, el cansancio y cualquier destello de angustia. Al entrar, se debe olvidar de la depresión que la embarga al saber que quienes ahí permanecen sólo tienen una opción para sobrevivir: ser intubados.
Y su angustia es merecida, pues en ese quinto piso, Amelia ve morir a la mayoría de quienes ingresan al área más trabajosa del hospital. Y sí, médicos, enfermeras o camilleros del hospitales han cambiado sus rutinas, horarios y familias.
Atrás quedaron los días de trabajo de siete u ocho horas y las salidas con amigos del hospital después de la rutina. También se despidieron de las visitas a sus familiares o de vivir en casa con familia.
Amelia ya vivía sola desde antes que llegara el primer caso de Covid-19 al hospital. Pero desde hace más de un mes y medio decidió no visitar más a sus padres ni familia.
CREE QUE PADECIÓ COVID. Y es que ella sospecha que fue una de las tantas personas que padecieron el virus, pero a las que no se les practica un prueba que lo confirme.
Y sí, el mes pasado, cuando el hospital dejó de ser el lugar donde se atendían a pacientes con afecciones cardiacas, para atender a gente que casi llegaba en agonía por el virus, ella enfermó.
Fiebre alta y constante, tos, cansancio y dolor eran la prueba de que había sido tocada por el virus.
Dice que aún enferma acudió al hospital para pedir que le practicaran el examen. En respuesta, su superior le pidió que descansara 15 días y le dijo que las pruebas eran sólo para pacientes.
Por eso, ella se mantuvo aislada en casa hasta que la fiebre bajó y el dolor cesó.
Hoy, la enfermera es una de las líderes del quinto piso. Ella coordina los trabajos de quienes deben atender a los pacientes graves de Covid-19. Y así día a día, en horarios de hasta 15 horas, hace frente al virus más letal que ha conocido.
Debajo de unos lentes de acrílico, se esconde la mirada de esa mujer que ayuda a sus pacientes a tratar de respirar. No le importa que sea ella quien se asfixia con una mascarilla que cubre boca y nariz. Tampoco se queja por el calor que se encierra en el traje que usa sobre la ropa.
Su misión, dice, no es protestar, sino dar la vida por quienes piden seguir con vida.
El Gráfico
Publicado por:NOTICIAS DE YUCATÁN
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